De la Antigüedad procede la idea de que el mundo forma el cosmos como un entero bien ordenado. El orden se basa en reglas matemáticas fundamentadas en la simetría. Estas ideas no sólo se asocian a una cierta estética, sino que también representan la seguridad y la estabilidad en un universo fluctuante, caótico y con numerosos aspectos complejos. Esto también invita a utilizar representaciones simétricas en las leyes de la naturaleza, aunque no resulten del todo precisas. Por encima de todo, hay que señalar que, a medida que aumenta la simetría, la multiplicidad de fenómenos se reduce cada vez más y evoluciona hacia un mundo esférico y gris.